LOVE PARADE. Del amor al duelo

"Corsés de peluche, microfaldas rebosantes de mariposas multicolores y látex fosforescentes encaramados en 40 carrozas pobladas de fauna adicta y custodiadas por fornidos 'gorilas'. Metralletas intergalácticas fusilando al personal a golpe de chorros de agua. Los más preciados 'DJ' de la órbita tecno enzarzados en despiadada competición de decibelios".

Así eran los años 90 (1996) y así los describía el diario El Mundo al hilo de la octava edición del Love Parade berlinés, el primero del que se hacían eco la prensa española. Y eso que para entonces, la cabalgata berlinesa del 17 de junio ya era un mastodonte.

"El Love Parade abrió fuego en 1989, a modo de 'happening' callejero", escribía entonces EL MUNDO, "y con unos 150 'freaks' moviéndose alrededor de un par de potentes altavoces por todo contingente. Un año después eran ya 2.000, al siguiente 6.000 y en 1994 se alcanzaba una cifra récord: 120.000. En la edición siguiente se dobló la apuesta. La de ayer superó todas las previsiones: 700.000 asistentes. Siete años después de su nacimiento, el Love Parade es un negocio que factura 9.000 millones de pesetas entre sponsors y derechos de televisión".

Era la edad clásica del desfile. El escenario era el Tiergarten y la ciudad Berlín, el sitio en el que había que estar. El éxtasis aún parecía una droga relativamente inocua; éramos todos más jóvenes y más guapos.

LOVE PARADE BERLIN

Pero la semilla de la decadencia del Love Parade ya estaba allí. Desde 1995, la fiesta no tenía el encanto informal de las convocatorias espontáneas, ni el sentido político con el que nació, en 1989. Todo estaba organizado, inventariado y autorizado. No era culpa de nadie, de nadie más que del éxito, pero se acababan los tiempos románticos del desfile. El dinero llegó por paladas y el núcleo fundacional del Love Parade estalló.

La asistencia siguió creciendo, rondó el millón de participantes hasta 2000. Pero en 2001 dio un bajonazo por culpa de un cambio de fechas de última hora. Mientras, por media Europa, émulos del Love Parade como el Street Parade de Zúrich, le hacían la competencia. Así que en 2004 y 2005 no hubo Love Parade porque faltaron patrocinadores, y en 2006, el festival, convertido en marca, volvió a las calles con un sentido inequívocammente mercantil.

Dr Motte, Danielle de Picciotto y los fundadores del Parade desaparecieron de los créditos. En su lugar, apareció una compañía, McFit, que abrió franquicias por medio mundo y abandonó Berlín (la ciudad estaba más bien hasta el gorro del jaleo). El Love Parade dejó de tener el interés contracultural de los viejos buenos tiempos.

Ahora, con el dolor por la tragedia de Essen aún vivo, los fundadores de la fiesta reprochan a sus sustitutos el ánimo de lucro que ha guiado sus acciones.

Fuente: El Mundo